En el corazón de la batalla de Raclawice

Los visitantes contemplando como la caballería polaca escolta a un grupo de prisioneros rusos, con una bateria de cañones polacos al fondo disparando sobre las tropas rusas en retirada


El Panorama de la Batalla de Raclawice es uno de los espectaculares ejemplos que aún existen en el mundo de las pinturas panorámicas circulares que fueron muy populares en el siglo XIX. La pintura circular de la célebre batalla puede contemplarse actualmente en la ciudad polaca de Wroclaw, la antigua Breslau alemana (Breslavia en español).

El general polaco Tadeusz Kosciuszko conduce las tropas polacas a la batalla con el apoyo de las fuerzas campesinas armadas con guadañas 


La batalla de Raclawice, el 4 de abril de 1794, fue una de las pocas victorias que obtuvieron las fuerzas polacas en la frustrada Insurrección de Tadeusz Kosciuszko (1746-1817) contra la segunda partición de Polonia en 1793 entre Prusia y Rusia. La batalla enfrentó a los rebeldes polacos liderados por el general Kosciuszko, y apoyados por 2.000 campensinos armados con guadañas, con las fuerzas rusas del general Alexander Tormasov (1752-1816).

El joven comandante Jan Slaski (1767-1847) con las milicias campesinas que ha reclutado


A pesar de que tuvo un impacto militar poco importante y de que la llegada de los refuerzos rusos del general Adrian Denisov (1763-1841) impidió a los rebeldes proseguir hacia Varsovia, la batalla fue presentada en la literatura nacional polaca del siglo XIX como un acontecimiento de la máxima relevancia, equivalente a la histórica victoria sobre los caballeros teutónicos en Grunwald en 1410, y como una esperanza para el futuro y como una prueba del potencial que tenía una nación unida polaca.

Wojciech Bartos Glowacki (1758-1794) asalta con las milicias campesinas una batería de cañones rusos


Estas razones romántico-nacionalistas fueron el motivo por el que se eligió realizar una pintura panorámica de la batalla de Raclawice para la gran exposición de Lviv de 1894, coincidiendo con el primer centenario de ese acontecimiento. Lviv (Leópolis en español y Lvov en polaco), en Ucrania desde el final de la Segunda Guerra Mundial, había formado parte del reinio polaco-lituano, pero tras la primera partición de Polonia en 1772 el territorio pasó a formar parte del Imperio Austriaco, aunque conservó una importante comunidad polaca y se convirtió en uno de los centros más importantes de la cultura polaca. Al acabar la Primera Guerra Mundial, Lviv pasó a formar parte de Polonia después de una guerra con Ucrania y de resistir los ataques de Ejército Rojo soviético.

La caballería polaca ataca a los cosacos rusos


La pintura constituye un mural panorámico de 360 grados que describe los diferentes momentos de la batalla y da la impresión al visitante de estar sumergido en medio de los acontecimientos. La pintura cubre una superficie de 1.800 metros cuadrados, tiene una longitud de 120 metros y una altura de 15 metros.

Los carros de la artillería rusa con municiones huyen de forma precipitada de la batalla


La pintura es obra de los artistas Jan Styka (1858-1925) y Wojcieh Kossak (1857-1942). La obra comenzó a pintarse el 23 de agosto de 1893 y quedó concluida nueve mneses después, el 29 de mayo de 1894. Fue exhibida al público por primera vez el 5 de junio, coincidiendo con la inauguración de la gran exposión de Lviv.

Soldados del segundo regimiento de infantería polaco se enfrentan a las tropas rusas al fondo


Al final de la Segunda Guerra Mundial, Lviv fue cedida a la Unión Soviética, junto con los territorios orientales de Polonia. Sus habitantes polacos se trasladaron a Wroclaw, en los antiguos territorios alemanes cedidos a Polonia, ya que la ciudada había quedado prácticamente vacia de su población germana después de su resistencia numantina en la fase final de la guerra.

Un campesino que iba a unirse a los milicianos polacos muere abatido por un disparo ruso y deja caer su hacha al suelo



Y la piuntura panorámica de la Batalla de Raclawice, que tras los bombardeos de 1944 había sido desmontada y guardada en un cilindro especial, también se trasladó a con los antiguos habitantes de Lviv a Wroclaw. La pintura panorámica pudo volver a ser exhibida en público en 1985 tras su restauración y la construcción del edificio especial circular que la alberga.        

Wieliczka, una mina de sal con una catedral subterránea


Vista general de la Capilla de San Kinga

Wieliczka es una mina de sal polaca situada a unos 14 kilómetros al sureste de Cracovia que contiene una magnífica catedral subterránea excavada a 101 metros bajo tierra: la Capilla de San Kinga. La iglesia, excavada en la roca de sal, es la obra de dos hermanos que trabajaron durante treinta años para completarla en la segunda mitad del siglo XIX con todos sus altares, esculturas y capillas laterales.

La Capilla de San Kinga, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, impresiona por sus dimensiones: con 12 metros de altitud y 465 metros cuadrados de superficie. Incluso sus lámparas de cristal están hechas con sal.

La mina de Wieliczka es una de las minas de sal más antiguas del mundo aún en funcionamiento, aunque la explotación comercial de la sal concluyó en 2007. Con una profundidad máxima excavada de 327 metros bajo la superficie, la mina cuenta con un laberinto de túneles que suman cerca de 300 kilómetros.

La mina, que comenzó a construirse en el siglo XIII, puede visitarse hasta unos 135 metros de profundidad. A lo largo de los 3 kilómetros del recorrido de la visita se pasa junto a diferentes capillas, salas, esculturas históricas y de antiguos ilustres visitantes, e incluso un lago subterráneo.   



Capilla de San Kinga



Altar principal de la Capilla de San Kinga

Capilla lateral en la catedral subterránea



Capilla de San Kinga

Túnel de la mina de Wieliczka

Una de las capillas de la mina de Wieliczka


Otra capilla de la mina de Wieliczka


Lago subterráneo en la mina de Wieliczka

"L'Arche" de François Schuiten






El espectacular mural “L’Arche”, diseñado por el célebre artista belga François Schuiten y pintado en el muro por el especialista en pintura monumental Alexandre Obolensky, es uno de los frescos más recientes que decoran paredes olvidadas en Bruselas. Inaugurado el 21 de junio del 2013, el mural se encuentra situado en la chaussée d’Ixelles, cerca de la plaza Flagey. Pero, como está alejado del centro de la capital belga, escapa a muchos turistas.

El mural muestra un gran crucero transtatlántico con una frondosa selva en su cubierta surgiendo en medio de los techos de la ciudad. La captivadora imagen comparte la particular estética del mundo fantástico de las “Cités obscures”, una serie de culto en el mundo del comic, creada por François Schuiten y Benoît Peeters.


“L’Arche” forma parte del proyecto Redibuja Ixelles y en la realización del mural ha colaborado la libreria Brüsel Flagey, especializada en comics, así como el Ayuntamiento de Ixelles (uno de los municipios que forman la capital belga), Atrium y Bruselas Capital.