Jazz en las plazas, jazz en los cafés, en los clubes, en los restaurantes, en los hoteles, jazz por todas partes. Como cada año, durante tres días del último fin de semana de mayo, los habitantes de Bruselas se entregaron con entusiasmo al tradicional Maratón de Jazz de la ciudad, quizá para olvidar la parálisis política que arrastra el país y de la que no se ve ninguna salida.
Solo del trompeta de la Beat 'n Blow Brass Band |
Este año, la nueva meteorología del cambio climático, se apiadó de los ciudadanos y dejó de llover justo cuando iban a comenzar las primeras grandes actuaciones en la calle al final de la tarde del viernes. Otros años, la lluvia fue menos clemente, desluciendo el desarrollo del macrofestival musical y obligando a la gente a protegerse bajo un paraguas.
Más de 700 músicos participaron en los más de cien conciertos gratuitos celebrados en lugares emblemáticos de la ciudad, como la Grand-Place, la plaza Sainte-Catherine, la plaza del Sablon y la plaza Fernand Coq i en la miríada de locales que participan en el maratón jazzístico.
Desde el viernes 27 de mayo por la tarde hasta el domingo 29 de mayo por la noche, todos los que viven en Bruselas i los numerosos visitantes recorrieron el centro de la ciudad a la búsqueda de los sucesivos conciertos al aire libre o en los abarrotados locales, según sus preferencias: jazz tradicional, jazz moderno, latino, funk, blues o world. Hubo para todos los gustos.
Saxo de la Beat'n Blow Brass Band |
Por segundo año consecutivo, el viernes por la noche se celebró con un nuevo inmenso éxito un gran baile al ritmo del swing y del rockabilly en el local La Tentación, un popular centro dedicado a promover la cultura gallega en la capital belga.
Los más pequeños, como ya se ha convertido en tradicional desde hace cinco años, tienen una programación específica la mañana del sábado en la plaza del Sablon, con conciertos, talleres de iniciación musical, maquillajes i juegos.
Bélgica está directamente asociada al jazz desde sus mismos orígenes, ya que fue precisamente un belga, Adolphe Sax, nacido en Dinant, en el corazón de Valonia, el que inventó el saxofón alrededor de 1840. Este instrumento se convirtió en la pieza central de los nuevos ritmos que surgieron al otro lado del Atlántico, aunque inicialmente su creador lo había diseñando para que se integrara en las orquestas sinfónicas.
Joven promesa en el Maratón de Jazz |
La afición belga al jazz arrancó con fuerza después de la Primera Guerra Mundial, cuando la nueva música llegó en 1918 gracias a las fuerzas expedicionarias liberadoras norteamericanas. A pesar de que en los años 30 aparecieron las primeras “Big Bands” belgas, fue paradójicamente durante la ocupación nazi que el jazz recibió un nuevo impulso. A pesar de que estaba oficialmente prohibido por el régimen hitleriano o quizás por esa misma razón, se tocaba y se bailaba por todas partes en Bruselas y Lieja, e incluso llegaron a realizarse grabaciones durante esos aciagos años.
La liberación de la ocupación nazi generó un nuevo entusiasmo popular por el jazz. No obstante, a partir de los años 50 el jazz quedó arrinconado por el rock and roll, la música suramericana i la canción francesa. No fue hasta finales de los 80 cuando el jazz comenzó a recuperar el espacio perdido en Bélgica.
El Maratón de Jazz de Bruselas (que esté año ha celebrado su 16 edición), la apertura en los últimos años de nuevos locales (Sounds Jazz Club, Jazz Station, The Music Village, Espace Flagey) y la proliferación de grupos e interpretes muestran el renovado vigor del jazz en la capital belga.